jueves, 17 de mayo de 2012

UN POCO DE HISTORIA


En la zona alta del curso del río San Millán se ubica la población de Iglesiapinta que según todos los indicios tiene su origen en el poblado prerromano del Castroviejo. A partir de él se acabó formando un núcleo de población ya en época romana de cuya significación nos informan los restos de estelas y su abundante epigrafía.



El lugar estuvo desde muy temprano unido jurídicamente al monasterio de San Millán de Lara por lo que pasará a depender primero de Silos y más tarde de la catedral burgalesa. Parece que la población estuvo unida al alfoz de Lara permaneciendo dentro del mismo pero bajo la jurisdicción solariega del abad de San Millán. La primera referencia documental relativa a Iglesiapinta data del año 1156, es una mera alusión topográfica en un diploma de Arlanza cuando Sancho III dona a ese monasterio una dehesa en el término de Jaramillo de la Fuente. Sin lugar a dudas, el núcleo existía con anterioridad.
Para Luciano Serrano Iglesiapinta fue un lugar vinculado al monasterio de San Millán de Lara. También se cita en el libro de la Montería de Alfonso XI. Por el Becerro de las Behetrías, año 1352, sabemos  que era una población de abadengo del abad de San Millán.
En el censo de 1591-1594, la población Iglesiapinta estaba integrada en San Millán de Lara, por lo que estaba dentro de la actual provincia de Burgos, en las “tierras del Condestable” y dentro de “Salas de los Infantes”. Esta situación fiscal, organizativa y jurisdiccional perdurará prácticamente durante toda la modernidad.
Es de mayor significación para conocer la situación de Iglesiapinta, dentro de San Millán de Lara, sus fuentes económicas, las actividades y los oficios, el catastro de la Ensenada elaborado en el año 1752. El cuestionario y las respuestas abordan los elementos más señalados de cada población. Importa ante todo el “Libro Mayor de la Raíz” o el “Libro de personal”.
 A finales del siglo XVIII, en el año 1785, el conde de Floridablanca solicitaba al intendente de Burgos, información de las jurisdicciones de su provincia. Por esa pesquisa y a través de Diccionario o Nomenclator conocemos cuál era la situación de San Millán de Lara, inclusa en ella Iglesiapinta; San Millán de Lara era una villa de realengo, n el Partido de Can de Muño, y nuestra población debía tener similar consideración como barrio de San Millán.
Iglesiapinta se emplaza en un entorno claramente montañoso. Las no muy numerosas construcciones se ordenan alrededor de un gran espacio central que sirve de lugar de trabajo (era) y lugar de fiesta y estanca. Gran parte de ellas se adosan en hilera formando alargadas manzanas que flanquean este espacio central.
En la construcción de las viviendas domina la piedra, caliza o arenisca. En Iglesiapinta el predominio corresponde a una arenisca de fuertes tonos marrones rojizos, muy espectacular.


Lo habitual en todos los pueblos es que las casas más antiguas fueran de una sola planta, más tarde, generalmente en el siglo XIX, fueron sustituidas muchas de ellas por casas de planta y piso.
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La mayoría de los muros de piedra son de mampostería con piedras generalmente de tamaño medio o grande.
Las ventanas más antiguas son de tamaño pequeño, algunas auténticos ventanucos, y se configuran con cuatro gruesos sillares con la cara que da hacia el hueco muy bien tallada y sinuosa la que va a quedar haciendo cuerpo con el muro de mampostería. En Iglesiapinta quedan muchas ventanas de este tipo, destacando unas por el cromatismo de sus sillares de encuadre y otras por esa peculiar forma hemitrapezoidal de los sillares laterales de la ventana con la que parece querer asentárseles mejor en el muro.
Por lo que se refiere a las portadas en las viviendas predomina la adintelada con dintel y jambas de piedra. Los dinteles son poderosos bloques de arenisca, roca de fácil talla cuando sale de la cantera por su alto grado de humedad y que al secarse pierde peso.
El tejado puede ser a dos o cuatro aguas. El primero está presente en las manzanas de casas adosadas en hilera que lo tienen continuo; al final de una de esas manzanas la solución para el remate del tejado puede ser la forma triangular de sus dos vertientes o convertirse en un tejado “a tres aguas”.
La estructura de la casa suele estar formada por una serie de pies derechos de madera, muy a menudo el enebro o la sabina, sobre los que descansan las vigas; ellas son luego las que soportan trasversalmente las viguetas sobre las que se levanta el piso superior y en su caso el doblado.
Al fondo de la planta baja solían estar las cuadras del ganado vacuno o caballar que se empleaba en las tareas de labranza. En el centro la escalera con los primeros escalones de piedra, resguardada y defendida mediante una puerta. En la planta superior la estancia principal era la cocina que, como en todas las arquitecturas de montaña, jugaba aquí un papel trascendente. Es esta una estancia amplia de planta cuadrada o cuadrangular en la que se inscribe un octógono que sirve de apeo a la chimenea de campa de base circular. El hogar puede estar en el centro o adosado a uno de los muros, con un elemento de madera giratorio sobre el que coloca el “allar” o “llar” del que cuelgan algunos recipientes. En los muros suele haber adosados bancos con alto respaldo y una mesa plegable. La chimenea tradicional es de encestado con palos verticales y un cuidado entramado de mimbres recubierto de arcilla. Por el exterior está recubierta de tejas imbricadas.
El resto del espacio podía estar organizado en salas con las correspondientes alcobas. Era muy frecuente que en el fondo de la casa, sobre las cuadras, se reservara un espacio para almacenar hierba o paja, que se vertía directamente sobre la cuadra, desde el exterior solía introducirse a través de una puerta en altura que recibe el nombre de bocarón o butrón. Cuando había desván solía ser diáfano, sin ninguna compartimentación.
La Iglesia parroquial de San Miguel:
Las referencias de la presencia humana en el lugar se remontan a la prehistoria pero ahora nos importan sobre todo los restos de la época romana que documentamos en el propio templo parroquial de San Miguel; varias estelas funerarias del tipo Lara. El citado templo era una pequeña edificación de planta de salón, con muros de piedra sillería y cubierta de armazón de madera, parhilera. Se remata en ábside de planta cuadrangular con módulo y tripología de sillares que ponen de manifiesto que en época románica se ha reutilizado una edificación precedente modificando algunas de sus partes, elevando la altura y añadiendo un alero con canecillos románicos. Se cubre con bóveda de medio cañón apuntado. Se observa en todo el templo que se han utilizado materiales de construcciones tardorromanas o hispanovisigodas. No deja de ser indicativo que Madoz en su Diccionario, cuando habla de este templo, dice que es “de antigua construcción”, expresión que algo querrá decir porque no la utiliza ni mucho menos de forma generalizada.
Sobre el hastial se levanta la espadaña que presenta muros de piedra, dos cuerpos, el segundo con doble tronera de arco de medio punto. Al muro sur del ábside se adosa la sacristía de piedra sillería y cubierta de armazón de madera. Al muro sur de la nave se adosa una segunda edificación en la que se ubica la cilla y el atrio de acceso al templo que se alinea con la sacristía.
La forma del ábside, el tipo de sillares utilizados, lo mismo en la nave del templo, la presencia de restos de estelas romanas en los muros, además de otras encontradas en el entorno del templo, nos hacen sospechar que la actual cabecera, de formas románicas y parte de la nave, se levantan sobre una edificación anterior que debía corresponder al primer lugar de culto cristiano. La espadaña es ya de formas barrocas. A esa misma etapa constructiva debe corresponder la sacristía y la portada. Más reciente es el edificio adosado al muro sur.
La cornisa del ábside, norte y sur, se apea sobre sencillos canecillos de trazas y formas románicas. Vemos desde las formas geométricas hasta figuras humanas pasando por motivos animales como bustos de lobo, carnero, león, bóvido, etc.
La iglesia parroquial de San Miguel, advocación que delata la antigüedad, se levanta sobre un edificio precedente del que se utilizan no sólo los materiales, sino también parte del módulo constructivo, lo que nos induce a pensar que en época románica únicamente se recompone pero se mantiene en lo esencial la construcción precedente de trazas y formas tardoantiguas; se reacondiciona el ábside, se labran los canecillos y se eleva alguna hilada de altura precedente. Con posterioridad se introducen algunas reformas en la nave y se añadae la sacristía sin que ello suponga una alteración sustancial. El relieve no nos permite aproximarnos a la fecha de la obra románica, aunque muy bien pudiéramos estar en la segunda mitad del siglo XII.
El arte mueble lo integran los retablos y la pila bautismal. El primero de los retablos es una sencilla estructura de madera dorada. Es una obra que por las formas parece de mediados del siglo XVII.
El retablo número dos, inicialmente adosado al muro este del ábside, era una sencilla estructura de madera de formas clasicistas. Por las formas que presentaba nos parece que se podía datar en la primera década del siglo XVII. Destacaba el sagrario con relieve de Cristo resucitado en la puerta y dos hornacinas laterales que debieron tener las tallas de San Pedro y San Pablo.
El tercero presenta muchas similitudes con el número uno, también está enmarcado en un arco abierto en el muro, en este caso en el meridional.
La pila bautismal, similar a la de San Millán de Lara, presenta una copa de forma troncocónica invertida con decoración de acanaladuras que le dan un aspecto avenerado. Parece una obra del siglo XVII.